sábado, 13 de septiembre de 2008

La aceitada “aplanadora” de la Concertación

Que Dios nos pille confesados,
Y el Diablo se haga el Sordo

* por Andrés Vilanova

Hace veinte años nuestros actuales gobernantes hacían gárgaras con la lucha por el “retorno a la democracia”. Semanas antes del plesbicito de octubre de 1988, recibíamos un bombardeo de “días mejores” y de una alegría, que ni a medias llegó.
Durante veinte años escuchamos a los viriles representantes del pueblo, frases como por ejemplo que, fueron nuestros defensores y justos paladines de la defensa de los derechos de los chilenos. Pero han pasado dos décadas de gobiernos concertacionistas, con diferentes matices, pero con la idea común: la cacareada democracia con apellido “de los acuerdos”.
Desde 1990 se ha instalado una inmensa máquina de poder, utilizando la misma constitución que alguna vez consideraron “anti democrática”.
Con algunos escandalosos signos de corrupción y rencillas internas, la Concertación se erige como un nuevo PRI, un remedo del partido que gobernó México por décadas.
Pero, pobrecito de quien se cruce en el camino, y critique su accionar, en ese momento se usa toda la ”aplanadora”, para borrar de sus filas todo vestigio de oposición. De eso ya saben el suspendido alcalde Jorge Soria, el ex presidente de la CUT, Luis Benavides y los dirigentes de la salud local Wenceslao Bush, Sonia Bugueño y Luis Muena.
Que Dios nos pille confesados y el Diablo se haga el sordo, tras esta nota que puede originar escozor, hasta en las sillas de nuestros estimados amigos concertacionistas.



“El presidente de Iquique, soy yo”

Para la Concertación Soria podría haber sido esquivo, desordenado y audaz políticamente, pero nunca se le perdonó que un caluroso día de diciembre del 2005, mientras los iquiqueños vivían intensamente las festividades de fin año, haya dado una conferencia de prensa en su café del paseo Baquedano, anunciando que en la segunda vuelta presidencial apoyaría a Sebastián Piñera.
“Conversé casi ocho horas con Michelle y sus asesores, luego con Sebastián (Piñera), y él fue el único que se comprometió con Iquique, a abrirnos el hito 52, elegir a los consejeros regionales y terminar la ruta Huara Colchane”, explicaba un Soria ufano y rodeado de banderas de la UDI, que ondeaba a su lado el famoso y activista militante de derecha “Cocoa”.
Días después en acto en el Teatro Municipal la imagen de Soria y Piñera sonriente contrastó con lo que sucedía fuera del recinto. Funcionarios de la Concertación apoyados por algunos dirigentes gremiales, protagonizaron una gresca difícil de olvidar.
En fin, Piñera perdió y todo el mundo se fue de vacaciones. En marzo se inició lo que podríamos llamar, venganza del oficialismo. Varias denuncias existían en contra de Jorge Soria, pero ninguna llegó a su fin, estaban ahí en los anaqueles de los tribunales de Sotomayor, muy dormidas.
Varios años antes de “piñarazo” de Soria, la Contraloría respiraba casi en la nuca del suspendido edil. ¿Qué hizo el Choro? Calculó cada uno de sus pasos, ya que sabía que caminaba en una delgada línea, donde lo podrían involucrar y hundir políticamente.
Lo que no sabía Jorge Soria, que gracias a su caudal de votos, la Concertación mantenía con él una “lejana cercanía”.
Hasta se le perdonada en su cara, al Capitán Planeta (Ricardo Lagos), el “Choro” le gritara: “el presidente de Iquique soy yo”, en un pasaje difícil de olvidar el 2001, en el hotel Terrado Suite.
De la noche a la mañana se activó la máquina, y en un dos por tres Soria quedó en manos de la justicia y suspendido, en un confuso caso jurídico que, en realidad a veces cuesta entender.
Han pasado más de dos años y con una sospechosa lentitud, el caso de Soria en tribunales poco avanza, y lo más extraño, es el único de todos los involucrados en los casos que sigue la justicia, que está procesado.


“Su tarea no es pedir la renuncia de la directora”

Poco nos sonaba el nombre Luis Muena, salvo que era abogado del Servicio de Salud de Iquique, que puso la cara en los casos de negligencia médicas ocurridos al interior del Hospital Regional.
Muena, dirigente de la Fenats y cercano a la Concertación, es , como David contra Goliat, criticar a la directora del citado servicio, Maritza López.
Este atrevimiento, que originó extrañeza en un principio, cuando el cargo de Muena es de confianza de la jefatura de la autoridad de salud iquiqueña.
Primero solicitó la renuncia de la directora de Salud, luego argumento su petición en una conferencia de prensa en las inmediaciones del servicio de urgencia del Hospital, donde denunció junto a Wenceslao Bush, que las obras de ampliación de la sala de espera y los baños estaban detenidas. Luego vino la denuncia que la directora del servicio utilizaba, para su uso personal, una camioneta destinada a un programa de asistencia al mundo andino.
Pero…
Al parecer, Maritza López tiene padrinos muy poderosos y la máquina concertacionista comenzó a funcionar.
Llegó a Iquique, de la mano de Sandra García, el dirigente nacional de la federación de trabajadores de la salud, Roberto Alarcón.
El dirigente, está ligado directamente a la Ministra Barría, y por eso al interior del gremio se le considera con poca independencia.
¿Pero cual era la “pega” de Alarcón en Iquique?
Nada menos, que desautorizar a los dirigentes locales y buscar su destitución.
“No es tarea de los dirigentes locales pedir la renuncia de la directora, su trabajo es otro”, dijo Alarcón a los medios, mientras eludía encontrarse cara a cara con Busch y Muena, que lo buscaban por todo Iquique, para aclarar algunas “cosillas”.
En otro episodio, los dirigentes de la Fentas local, Sonia Bugueño, Wenceslao Busch y Luis Muena acudieron al edificio del Gobierno Regional de Tarapacá, a entregar una carta al Intendente para solicitar la renuncia de la directora.
Ahora la dirigencia nacional de la Confenats, busca sacar “por secretaria” a los dirigentes de la salud iquiqueña, por el pecado de denunciar supuestas irregularidades en el Servicio de Salud. Esta historia continúa…



“Putas negro, así me gusta la CUT “

El caso del ex presidente de la CUT, Luis Benavides es digno de Ripley. Durante su gestión hizo un trabajo lejano al oficialismo y apoyó cuanto movimiento de trabajadores hubo en Iquique, aunque fuera en contra de la poderosa Concertación.
De militancia socialista Benavides llegó a la presidencia de la Central Unitaria de Trabajadores de la mano de Nelson Mondaca, otro legendario dirigente de los trabajadores de Zona Franca. En su tiempo Benavides fue el “hombre de consenso”.
El “negro”, como le dicen sus cercanos, unió a los gremios locales, que cada primero de mayo celebraban por su lado el día del trabajador.
Este año en un solo gran acto, en el monumento a los caídos en la matanza de la Escuela Santa María, Benavides dio una lección y muestra de unidad de los gremios locales.
Esa tarde a la hora de los balances y en medio de un jugoso asado en la sede de la CUT, Nelson Mondaca lo felicitó por el “logro” de unir a los trabajadores en un solo gran acto.
“Putas negro, así me gusta la CUT. Vamos a seguir adelante”, brindó Mondaca en una corta pausa en medio del humo de la parrilla.
El pecado de Benavides: haber buscado la independencia de la Concertación.
Un mes antes de las elecciones para renovar directorio la CUT local, aparecieron los antiguos dirigentes “históricos” de la Central. Los contacto entre el timonel local y el entronizado Arturo Martínez disminuyeron.
Llegaron los padrones para el proceso eleccionario. Todo bien.
Pero no venía escrito el nombre de uno de los candidatos, el que se colocó a mano, algo muy inusual en una elección seria.
Benavides acusó que votaron dirigentes que no pertenecían a la CUT, incluso un representante de gremios Arica.
La elección se impugnó, pero la nueva directiva asumió igual. Ahora, se espera que el tribunal electoral nacional de la CUT, dirima este entuerto.
A pocos días del conflicto, Benavides no ha recibido ni siquiera un llamado de Arturo Martínez ¿sospechoso?
Y la lejanía del gobierno Regional se compara con un glacial.
Y lo peor el “negro” Benavides sufrió un artero ataque de un medio de comunicación local, que no se dio el trabajo de buscar su versión sobre el conflicto de la elecciones de la Central Unitaria de Trabajadores.
Y la guinda de la torta, durante el conflicto acudió a la sede a “calmar los ánimos” de los dirigentes locales un representante de la intendencia, lo que podría considerarse un claro intervencionismo de la Concertación en un proceso eleccionario de los trabajadores.
Esta historia también continua…

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