martes, 22 de diciembre de 2009

“El desgaste de la Concertación y el sistema binominal han favorecido a la derecha”


Entrevista al periodista Paul Walder

En entrevista telefónica desde Santiago de Chile, Paul Walder (1955) periodista egresado de la Universidad Autónoma de Barcelona, colaborador quincenal de Punto Final y de nuestra casa editorial, analiza –en exclusiva para los lectores de Clarín.cl - la reciente jornada electoral: “ Podría afirmarse que este resultado -Un 74% de la votación ha correspondido a la extrema derecha y centro derecha- es el reflejo de la falsedad y artificialidad del sistema binominal, que ha impedido el surgimiento de fuerzas políticas independientes y desligadas de los grandes polos, la extrema derecha y la Concertación”


Paul Walder es uno de lo más inteligentes periodistas de Chile, especialista en economía, política, medio ambiente y derechos humanos; con miras en la segunda vuelta, asegura: “ El rechazo electoral expresado hacia la Concertación, que goza de este artificial bipartidismo, ha quedado en evidencia palmaria en las elecciones presidenciales. El electorado chileno lo que desea es una apertura política, una renovación de una dirigencia que lleva ya 20 años en el poder” y recurre a una dolorosa metáfora: “La ciudadanía no tiene expresión parlamentaria bajo el corsé artificial del sistema binominal”.


MC.- Paul, off the record hablábamos de la resaca electoral, ¿cómo interpretar los resultados de la promiscuidad entre la Concertación y la extrema derecha?


PW.- No creo que resaca sea la mejor figura lingüística, por la asociación con juerga y diversión. En cualquier caso, no es sencillo interpretar el resultado electoral de esta primera vuelta, en que la derecha consiguió más de un 44% de la votación, y la Concertación un poco menos del 30%. Hubo otra votación, histórica para el período post dictadura, que sumó casi un 27% de los votos. Pero el balotaje lo disputarán Sebastián Piñera y Eduardo Frei, como ha sido tradicional desde 1990.


Una primera interpretación es la gran derrota de la Concertación: nunca, en toda su historia, había logrado un resultado tan pobre. Una merma que no ha sido traspasada a la derecha, sino a la candidatura independiente del ex diputado socialista Marco Enríquez-Ominami, que obtuvo más del 20% y en menor grado a la del también ex socialista Jorge Arrate, apoyado por el PC, con 6,5%. Una porción importante del electorado que tradicionalmente votaba por la Concertación optó por otras propuestas, las que no son de derecha.


Podría afirmarse que este resultado es también el reflejo de la falsedad y artificialidad del sistema binominal, que ha impedido el surgimiento de fuerzas políticas independientes y desligadas de los grandes polos, la extrema derecha y la Concertación. Lo que ha quedado en evidencia en la elección presidencial, que configura por lo menos tres grandes fuerzas políticas, es que la ciudadanía no tiene expresión parlamentaria bajo el corsé artificial del sistema binominal, creación de la dictadura y nunca modificada por los cuatro gobiernos de la Concertación, que han reducido la política nacional a este estrecho e injusto escenario. El rechazo electoral expresado hacia la Concertación, que goza de este artificial bipartidismo, ha quedado en evidencia palmaria en las elecciones presidenciales. El electorado chileno lo que desea es una apertura política, una renovación de una dirigencia que lleva ya 20 años en el poder.


Este desgaste de la Concertación, junto al sistema binominal que ha impedido el desarrollo de nuevos referentes políticos, ha favorecido a la derecha. Pero no creo por una necesaria derechización del electorado -la derecha ha mantenido su votación en relación a elecciones anteriores- sino por la frustración ciudadana derivada de las políticas bastante derechistas de la Concertación, por la corrupción, el clientelismo y oportunismo político. Durante los últimos 15 años muchos electores que votaron por la Concertación como la única opción ante la derecha pinochetista, parecen haber llegado a un momento de crisis mayor porque es la primera vez que opciones no derechistas extra Concertación logran una votación tan alta.


MC.- Se habla demasiado de la exportación del modelo económico chileno, y sin embargo al estudiar su sistema político, ¿por qué no se hace énfasis en la trampa Binominal propuesta para Latinoamérica?


PW.- El sistema económico chileno está agotado. Se trata del modelo neoliberal instalado por la dictadura a sangre y fuego, lo que Naomi Klein ha denominado “La Doctrina del shock”. Sólo bajo estas circunstancias se entregaron los recursos naturales y las empresas del Estado a los colaboradores de la dictadura, quienes más tarde, y ya bajo el proceso de globalización neoliberal, vendieron a muy buenos precios a empresas transnacionales. El despojo de los recursos del Estado fue gigantesco. Por tanto, el modelo chileno tiene como característica el golpe, la dictadura, la supresión de todas las libertades. Y eso sólo pueden desearlo ciertas oligarquías golpistas latinoamericanas.


La institucionalidad económica creada a partir del golpe de Estado (1973) y consolidada por los gobiernos de la Concertación y el proceso de globalización neoliberal ha creado una enorme riqueza. Pero se trata de una riqueza extremadamente concentrada en pocos grupos y a costa de la explotación indiscriminada de los recursos naturales y de la fuerza laboral. Y no puede ser de otra forma. El modelo está basado en su esencia en la ganancia rápida y en la concentración de mercados. Su naturaleza es así, lo que produce desigualdad creciente en la distribución de las riquezas y una también creciente exclusión. Un sistema así sólo ha podido mantenerse bajo un sistema político heredado de la dictadura. La institucionalidad económica está íntimamente relacionada con la política, la que es, como podemos ver, excluyente.


MC.- ¿Cuál será la herencia de pobreza y desigualdad que dejará la Concertación?


PW.- Diversos estudios de organismos nacionales e internacionales revelan que la desigualdad en la distribución de la riqueza es hoy similar a la de los peores años de la dictadura. Lo más dramático de esta afirmación es que sucede bajo un sistema democrático y con una economía que se ha publicitado como el gran modelo de desarrollo latinoamericano. Chile ha tenido buenas tasas de crecimiento, lo que ha generado una gran riqueza, la que puede observarse en las enormes utilidades de las grandes empresas y la banca. Con los altos precios del cobre, empresas mineras transnacionales, han logrado ganancias anuales históricas. Lo mismo en la banca, o en sectores como el forestal.


Pero nada de ello tiene relación con los salarios medios de los chilenos ni con su calidad laboral, muy precaria, con una muy endeble y acaso nula seguridad social. Una de las herencias de la dictadura está en la legislación laboral, muy desequilibrada a favor de la empresa y en perjuicio de los trabajadores, la que ha sido ineficaz para forzar una mejor distribución de la riqueza. Esta legislación, más los crecientes niveles de informalidad laboral, han generado una transferencia de la riqueza desde los pequeños productores y trabajadores hacia los dueños del capital. Son estos, y otros, los motivos que han llevado al repudio que hoy vive la Concertación.


MC.- ¿Cuál es el aporte financiero de Sebastián Piñera al caos de la deuda interna chilena?


PW.- Sebastián Piñera es uno de los hombres más ricos de Chile y del mundo. Está en el club de los multimillonarios. Pero no es un emprendedor, como él suele denominarse con tanto orgullo. Él es un empresario que representa a quienes se enriquecieron durante la dictadura y más tarde con el proceso de globalización neoliberal tan acariciado por la Concertación. Piñera es un hombre de las finanzas, un gran especulador financiero. Y en este sentido forma parte de una generación de empresarios que aprovecharon todos los espacios de negocio que les abrió la dictadura y posteriormente la Concertación, desde la privatizaciones, las fusiones, adquisiciones y las desregulaciones. Una proceso que le permitió, junto con varios otros, enriquecerse a niveles de sueño, pero sobre la base de un sistema laboral injusto, de bajos impuestos, de normas muy favorables al gran capital. Piñera representa el espíritu neoliberal, por lo que un gobierno bajo su mando no hará otra cosa que mantener y reforzar la actual institucionalidad económica.


MC.- El gran aporte de Frei Jr. fue rescatar a Pinochet de la extradición a Madrid, así como en la administración de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet se ufanan de la aplicación de la Ley Antiterrorista en contra de la comunidad mapuche, ¿son un par de indicadores jurídicos de su noción de derechos humanos?


PW.- El rescate de Pinochet en Londres creo que está insertado en esa caja negra que son los pactos entre la dictadura y la Concertación a finales de los años ochenta. Aquellas negociaciones secretas determinaron el curso de la historia desde entonces, en lo que se ha denominado la transición, período que Ricardo Lagos dio por finalizado cuando modificó ciertos aspectos de la Constitución de Pinochet, pero que en los hechos no hizo más que legitimarla. Con el curso de los años hemos visto que se pactó para dejar intacto o más o menos intacto el modelo económico –las privatizaciones espurias entregadas a los amigotes de la dictadura jamás se revisaron- como también importantes aspectos relacionados con el derecho a la justicia y reparación a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos. Recordemos que Eduardo Frei jamás recibió a representantes de las asociaciones de familiares de las víctimas.


La aplicación de la Ley Antiterrorista de Pinochet contra activistas y comuneros mapuches, durante el gobierno de Lagos y el saliente de Michelle Bachelet, creo que responde a aquellos pactos, pero se relaciona con el propio modelo neoliberal. Comparto la idea de Emmanuel Todd cuanto dice que: “este sistema económico, que concentra la riqueza y genera una extrema desigualdad, sólo puede mantenerse por la fuerza. La represión es inherente a él”. En este sentido, creo que el despojo histórico al pueblo mapuche hoy llega a niveles extremos con la explotación indiscriminada por parte de la industria forestal y de pulpa de celulosa de los recursos naturales de este pueblo. Los gobiernos de la Concertación y los grupos de poder tras el sector privado hacen todo lo posible por criminalizar las demandas de los mapuches, buscando legitimizar la represión, que no es otra cosa que la defensa de los intereses de las grandes corporaciones.


MC.- Si la Concertación inició los Tratados de Libre Comercio, el desmantelamiento del Estado y la criminalización de los movimientos sociales, ¿por qué los empresarios habrían de interesarse en una administración de Piñera?


PW.- Numerosos analistas y observadores se han hecho muchas veces esa pregunta, porque tras 20 años de gobiernos de la Concertación se ha desarrollado un estrecho vínculo entre lo público y lo privado. Numerosas figuras de la Concertación pasan desde el gobierno a directorios del sector privado, lo que, además de ser un fenómeno de evidente corrupción, expresa las íntimas relaciones entre estos gobiernos y las grandes corporaciones. Hay una nueva élite transpolítica, podríamos denominarla, cuyo principal adherente es su amor por el dinero, los negocios fáciles y el modelo económico.

Es claro que la Concertación puede efectuar mejor y de manera más matizada el control social que la extrema derecha, que los chilenos relacionan con el pinochetismo. Porque muchas figuras que rodean a Piñera estuvieron en mayor o menor grado cerca de Pinochet. Pero es necesario tomar en cuenta otros aspectos, que tal vez tengan orígenes doctrinarios, ideológicos –la UDI es un partido conservador fundamentalista- como también la propia ambición por volver a tener el control total. Si ya la derecha controla toda la economía, gran parte del espectro político, los medios de comunicación y la generación de corrientes de opinión, sólo le falta estar en La Moneda. Es una tentación bastante comprensible.


MC.- ¿Qué cobertura periodística hicieron los medios de la derecha sobre la farsa electoral?


PW.- El sistema binominal, así como la institucionalidad económica, son para los medios de la derecha parte de la naturaleza de las cosas. Como si siempre hubiesen estado allí, como si no existieran opciones. Siempre ha habido un cierre a otras ideas, a las opiniones de otros sectores. La prensa de derecha levanta y amplifica lo que le interesa y excluye como le da la gana lo que le incomoda. Las recientes elecciones no han sido una excepción. Plantear la reforma al sistema binominal o la simple idea de una Asamblea Constituyente por esta prensa es algo imposible. Hay que recordar que El Mercurio jugó un papel fundamental para tramar el golpe de Estado contra Salvador Allende. De este tipo de prensa estamos hablando.


MC.- ¿Con el regreso de Frei Jr. se clausura cualquier posibilidad de libertad de expresión en la prensa chilena?


PW.- La prensa escrita de derecha en Chile tiene más del 90% de la circulación y absorbe casi la totalidad de la inversión publicitaria para este tipo de medios. El poder que tiene es enorme, tanto en lo económico como en lo político. Todos los gobiernos de la Concertación han optado por pactar con esta prensa, lo que no sólo ha significado evitarse enfrentamientos políticos, sino también favorecerlos comercialmente a través de la inversión publicitaria de los gobiernos como en la renuncia a apoyar a otro tipo de prensa. El poder que hoy tienen los dos grandes conglomerados periodísticos hace casi imposible que ingrese otro a este “mercado”. Es como si un pequeño o mediano negocio de barrio intentara competir con Wal-Mart. Creo que están ya muy consolidados, primero con la ayuda de la dictadura, que les sacó del “mercado” e hizo desaparecer a la competencia, y ahora gracias a la Concertación. Con Frei se mantendría el statu quo, pero con Piñera retrocederíamos, ya que ha advertido del cierre del diario de gobierno, que aun cuando es poco lo que vende e influye –por políticas expresas de la misma Concertación- La Nación todavía tiene algo por decir.


MC.- ¿Cómo entender el fenómeno MEO?, ¿y el fracaso de Arrate?


PW.- No creo que Arrate haya fracasado. Ha conseguido la votación histórica de la Izquierda –y 60 mil votos más que el Pacto del 2005- pero en condiciones muy diferentes, con una fragmentación inédita de los referentes políticos. Creo por lo tanto más interesante observar todo el fenómeno: casi un 27% del electorado, que no es de derecha, votó contra la Concertación. Hoy la extrema derecha, la centro derecha y los independientes de Marco Enríquez, más la Izquierda tienen una proporción del electorado, sino parecida, sí equilibrada.


Un 74% de la votación ha correspondido a la extrema derecha y centro derecha, en tanto un cuarto del electorado nacional rechaza el duopolio: derecha-Concertación. Este nuevo referente es inédito en la historia reciente chilena y puede abrir espacios en el futuro. Pero no será fácil. Enríquez-Ominami, que ha obtenido un quinto de la votación, no consiguió trasladar este apoyo a los candidatos que llevó su lista parlamentaria. Ninguno resultó electo, lo que demuestra no sólo la enorme distorsión del sistema binominal, sino su carencia de cuadros políticos, de presencia política en las bases. Esta ausencia te lleva a otra reflexión, a entender el fenómeno de Marco como un fenómeno espontáneo, mediático si se quiere, tal vez efímero. No lo sabemos. Pero creo que aún cuando constatemos la decadencia de los partidos tradicionales y su aparato organizacional, el trabajo futuro para Marco tendrá que pasar por esta tarea. Por cierto, sin los vicios y la corrupción presente, que ha convertido a la política en un negocio familiar o en un club de amigos. ¿Has visto cómo se ha reproducido esta anomalía en las recientes elecciones parlamentaria? Es un escándalo.


MC.- Finalmente, ¿habrá Asamblea Constituyente?, ¿ayudará en algo contar con 3 diputados comunistas en el Congreso Nacional?, ¿qué caminos le quedan a la ciudadanía chilena?


PW.- He visto que las primeras reacciones de sectores de la Izquierda respecto a un eventual apoyo a Eduardo Frei pasan por generar compromisos más o menos vinculantes. Entre ellos, convocar a una Asamblea Constituyente. Pero más allá de los deseos, lo veo muy difícil. Si llegara a vencer Frei en enero no creo que convoque ni a una Asamblea Constituyente ni se esfuerce en acabar con el sistema binominal, ni tampoco a nacionalizar el cobre. No lo hará. Tal vez algunos ejercicios un poco ruidosos para calmar a la galería de Izquierda, pero que en los hechos no conducirán a nada importante, como ya lo hemos visto con las reformas laborales, el royalty a las extracciones mineras, los cambios constitucionales de Lagos o los cambios al sistema privado de pensiones de Bachelet. Ha sido una pérdida de tiempo para que todo siga más o menos igual. Como argumento reiterado, han culpado a la derecha de no apoyar los proyectos de ley, lo que demuestra una constante falta de voluntad política. Si Frei privatizó las empresas sanitarias, los puertos, si invocó a la razón de Estado para no juzgar al hijo de Pinochet por unos cheques oscuros, no sé por qué hoy tendría que cambiar. Que la Izquierda no se haga ilusiones.


Es bien probable que a partir de marzo tengamos en Chile un gobierno de derecha, lo que será un gran retroceso para los trabajadores y probablemente también para las ambiciones libertarias de la ciudadanía. Pero un quinto gobierno de la Concertación, sobre los actuales despojos, no altera de manera importante el futuro escenario. A la pregunta sobre el camino que ha de seguir la ciudadanía para exigir sus derechos, Mario, sólo te puedo decir que no ha habido en estos 20 años una respuesta. Tal vez a partir de ahora, con este contundente rechazo a las políticas de la Concertación, puedan abrirse algunos caminos.


escrito por Mario Casasús



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