Señor Piñera, usted, patrón de academia; usted, levemente inventado a medias por los sesgos y la estupidez humana; usted, que curiosamente sabe que no tiene corazón, que sólo es capaz de sentirse existente con los brazos arriba, mientras su asquerosa camisa de mil dólares nos deja fétidos; usted señor Piñera -y lo sabe bien- despierta un incontrolable y absolutamente justificado odio en nosotros, los que necesitamos la conciencia y no las promesas, ni menos la justicia parricida que nos ofrecen sus faltas a la verdad.
Usted es lo peor que le puede pasar a Chile, sin exagerar bajo ninguna medida. Usted es el desamor al arte, es un salto a mucho más que el vacío: es el absoluto salto a nuestros propios vacíos. Es plata sucia, es la ambición sin respeto, la agonía de las últimas cosas buenas que hemos cuidado tanto, es un grito repetido y sin sentido, un slogan barato, minucias políticas que nos quieren convertir en el desagüe del Gran Hermano. Piñera, usted es el suicidio de lo romántico, es el reaccionario más vil de esta película de malos que usted mismo ha dirigido durante 30 años, desde que era un alumno aventajado de la dictadura, cuando empezó a hacerse rico vendiendo y comprando ángeles en el mercado negro del dinero plástico.
Usted no se llama Sebastián, usted se llama matonaje, mentira, ofensa y egoísmo, usted compra votos con la pestilencia de su capital, usted es de esos millonarios que ofenden a la humanidad diciendo que le ha dedicado su vida al servicio público, sin embargo, se le ve la fortuna en cada asquerosa sonrisa a las cámaras de todos los canales, los que son suyos y los que piensa comprar para completar su colección de títeres conciliadores… esos otros pusilánimes, los periodistas, que son incapaces de sacarle una puta verdad en las entrevistas del domingo, a esa hora en que todos empiezan a parecer sospechosos, porque todos, todos, son absolutamente culpables de este esquema de mierda que usted quiere gobernar para llenar su insaciable ego.
Sepa usted señor Piñera, que aún somos muchos los que ni cagando votaríamos por usted, los que nos da risa su circo, los que no creemos en su reforma ni en su cambio, los que andamos por ahí rompiendo sus carteles porque manchan las leyes del recuerdo y vomitan sobre la pureza de los Mayos rojos que esperamos vivir cada día. Sepa usted que nosotros no nos vamos tras cualquier billete viejo, que no tenemos precio, que para nosotros llegar a fin de mes es mucho más que un asunto de dinero. Somos los que estamos unidos, mientras usted empapela las murallas de nuestros bares; nosotros somos los que estamos adentro empapelándolo a chuchadas.
Señor Piñera, esta crisis en la que usted y sus amigos nos han metido es imperdonable, aunque usted no lo crea, este país no es un lingote de oro que se pueda meter por el culo cuando se le ocurra, ni menos un fundo al que le puedo poner el nombre de sus ambiciones; en este país cada día lo odian más, y nosotros somos sólo una parte de todos los abyectos rabiosos que los despreciamos, que no entendemos cómo puede alguien ser tan cara de palo. Somos los jóvenes que no le compramos nada, porque usted ya tiene todo, y que ahora nos jura, si es que cree en algo, que va a tenernos a todos, que nos va a poder mirar por fin desde un sillón de la Moneda, que va a pasarse por la raja la historia y la honestidad. Pero le tenemos esta noticia señor Piñera, esta bella noticia. Para usted, como tantos otros perdidos, vaya sabiendo cómo y cuánto lo odiamos.
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