* Matías Carozzi
Mientras algunos pierden el tiempo inflando la reciente contratación de la Carolina Tohá como jefa de la campaña para la segunda vuelta de Eduardo Frei, incidente que a mi juicio no tiene mayor importancia a estas alturas, me gustaría poner sobre la mesa un aspecto que estoy seguro al Gobierno aterroriza mucho más que los 15 kilómetros de ventaja que lleva Sebastián Piñera y es que, pasados ya los chancacazos del domingo, es indudable la determinación de Marco Enríquez-Ominami de formalizar aquel 20% de apoyo en un proyecto político que hasta el minuto lo conocemos como la “nueva mayoría” y que lo tienen recorriendo nuevamente el país como si éste hubiese pasado al balotaje; plan que por cierto dependerá en gran medida, escúchenlo bien, de cerciorarse de que Eduardo Frei fracase en su intento por llegar a La Moneda.
Esto no quiere decir que Marco saldrá a respaldar a Piñera así tan campante, ni mucho menos, pero es evidente que después de ver que sus solicitudes no tuvieron eco en los partidos de la Concertación y que los dirigentes que tanto criticó siguen en sus asientos vivitos y coleando, ojo, pese a los paupérrimos resultados electorales (especialmente los del PS), es razonable y no descabellado anticipar que si Frei logra remontar la brecha que lo separa del candidato de la Coalición por el Cambio, el deseo político de la “nueva mayoría” se vería retrasado significativamente. Un gobierno con los mismos personajes empujaría a MEO a una lucha casi perpetua por el liderazgo de la izquierda, porque seamos francos, pucha que es difícil batallar teniendo a los Gárgamel’s con presupuesto y seguros por cuatro años. ¿O no?.
En cambio, un fracaso de la Concertación catapultaría a Enríquez-Ominami a una situación insuperable. Se convertiría, la noche del 17 de enero, en la fuente de salvación de los militantes y simpatizantes que aún comulgan con las estructuras oficialistas. Personas que se sienten afines al ideario de la Concertación, pero que un fracaso los dejaría, además de aturdidos, bastante permeables para reconocer que “marquito” tenía la razón.
Así las cosas, Marco Enríquez-Ominami depende del triunfo de Sebastián Piñera si es que pretende liderar en serio el escenario político que le permita mirar con optimismo el 2014. ¿Porqué?. Simple, Michelle Bachelet ya dejó su inscripción firmada y Ricardo Lagos hace lo suyo por su lado.
Finalmente, Eduardo Frei cometió el error de creer que polarizando las cosas a punta de arengas ochenteras las cosas pintarían para mejor. Nada más lejano del sueño oficialista y es que suponer que por colocar a personas que tuvieron sus quince minutos de fama, descienden de una familia “golpeada por la historia” o hablan de corrido, es no entender el mensaje del domingo y que su única opción es deshacerse de las actuales estructuras dando un giro radical a las cosas. Es poco probable, más tomando como guía su historia política, pero si Frei lograra reemplazar en breve a las directivas de los partidos que lo apoyan, podría anular el esfuerzo y eslogan de MEO, proporcionando una señal más creíble para el electorado que votó por el díscolo Diputado, algo así como “ahora si que si”.
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