Ha concluido la primera vuelta. La voz de las urnas ha sido clarísima. El 44% obtenido por Sebastián Piñera, más de 14 puntos por sobre Eduardo Frei, es un resultado que hasta ayer todos los analistas y políticos de la Concertación sostenían que, de darse, prácticamente sería imposible remontar.
Anoche hemos visto una batería de argumentos rebuscados para discutir y cuestionar el amplio resultado obtenido en la primera vuelta. Lo único que está claro es que, si seguimos haciendo las cosas bien, sólo depende de nosotros el triunfo el próximo 17 de enero.
Para todos era conocido que Sebastián Piñera pasaría en primer lugar a la segunda vuelta, y nuestro gran problema hubiese sido un resultado estrecho que empañara la amplia sensación de triunfo con la que enfrentamos la primera vuelta. Lejos de ocurrir aquello, ha quedado instalada la clara sensación de que el próximo Presidente de Chile es el abanderado de la Coalición por el Cambio: si hoy les preguntáramos a los chilenos quién será el próximo Mandatario, creo que más del 70% respondería que Sebastián Piñera. Esta sensación de triunfo es la que nunca hemos tenido en una elección presidencial. Y estoy convencido de que éste es el factor vital para lograr los porcentajes que no obtuvimos las dos últimas veces. Ahora, el resultado de ayer hará que la diferencia final en segunda vuelta sea aún mayor de la que esperábamos.
A todo lo anterior, debemos agregar que la candidatura de Marco Enríquez-Ominami, que alcanzó los 20 puntos, interpretó también un espíritu de cambio. Tal como lo señalaban todas las encuestas previas, un porcentaje muy significativo de esos electores se volcará hacia la única candidatura que representa el cambio en la segunda vuelta. De igual forma, considero que a diferencia de las dos segundas vueltas anteriores, en que pasaron los candidatos de izquierda Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, en esta ocasión habrá muchos militantes y simpatizantes del Partido Comunista que votaron por Jorge Arrate, pero que no lo harán por el candidato democratacristiano en la segunda vuelta, ya que, como ellos mismos manifiestan, consideran a Frei y a Piñera lo mismo. Esto hará, a diferencia de las dos ocasiones anteriores, que haya menos votantes en la segunda que en la primera vuelta.
No está de más señalar que con la votación que obtuvo Frei en la primera vuelta se confirmó lo que siempre sostuve al interior del comando: que ni la popularidad de la actual Presidenta ni las últimas resoluciones del juez Madrid tendrían algún impacto electoral a favor de su candidatura. Frei ya gobernó el país, y la ciudadanía tiene una visión muy crítica de su gobierno.
Es por ello que el camino a seguir en esta última etapa de campaña es muy claro y nítido: poner énfasis en el cambio, en una nueva forma de gobernar, con una visión de futuro, dejando atrás las divisiones del pasado y haciendo las cosas bien.
Junto con lo anterior, debemos seguir proyectando con mayor énfasis nuestro compromiso con los más débiles y nuestra clase media. Para ello debemos lograr difundir los atributos de nuestro candidato presidencial que la opinión pública reconoce, ya que ellos apuntan precisamente a tener la capacidad de liderazgo y gestión en aquellos temas que por largos años se han convertido en las prioridades más importantes de los chilenos, como son derrotar la delincuencia y el narcotráfico, la generación de más y mejores empleos, mejorar la calidad de la educación y la salud pública; en fin, hacer un gobierno con los mejores, sin exclusiones de ningún tipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario