Por Eduardo Andrade Bone
Si nos atenemos al diseño que ha venido desarrollando el pinochetismo a través de los sondeos y encuestas de entidades compuestas en lo esencial por determinados grupos empresariales, medios de prensa golpistas y de “estudios” de raigambre conservadora y de extrema derecha que favorecen siempre en sus sondeos al “empresario” y especulador financiero, Sebastián Piñera, llegaremos a la conclusión que el desalojo de los gobiernos de la Concertación del aparato del Estado, estaría a la vuelta de la esquina.
Dicha situación se produciría no por los méritos propios de la Alianza por Chile, que representa el legado político y económico de la dictadura de Pinochet, si no que más bien por las grandes frustraciones y decepciones que ha generado la Concertación y su cogobierno con el pinochetismo durante ya casi 20 años.
Producto del desencanto existente con esta coalición socialdemócrata neoliberal, que prometió mucho en su programa original, pero que luego se fue desdibujando para darle continuidad a toda la obra de la dictadura en el plano político y económico, para favorecer al 15% mas rico del país vale decir a los grandes empresarios, las trasnacionales y la oligarquía económica y financiera local es lo que ha alejado a la gente de la Concertación.
Los chilenos en términos generales lo único que han percibido durante estos 20 años de Concertación, son las políticas de los paliativos, la entrega de mendrugos y no las soluciones reales y de fondo que esperaba la gran mayoría de los chilenos. En este sentido la Concertación no ha tocado “ni un pelo”, los intereses de la clase económicamente dominante del país.
Pero no solo eso, la ciudadanía, la Iglesia Católica y otros sectores sociales y políticos, lo único que han visto crecer son las escandalosas deudas crediticias de más de un 60% de los chilenos, las grandes desigualdades y injusticias sociales que han generado los neoliberales enquistados en los gobiernos concertacionistas y su cogobierno con la Alianza por Chile, abriendo así una gran brecha entre unos pocos ricos y la gran mayoría que vive su pobreza de diversas formas.
La clase trabajadora chilena, los sectores populares y las capas medias empobrecida, aun no perciben el mentado crecimiento económicos y sus beneficios reales para el mejoramiento de las condiciones de vida de los estratos sociales con menor poder adquisitivo del país.
Los chilenos y los electores perciben con asombro la aparición de una casta política parlamentaria y de gobierno que aparece más preocupada de legislar en función de sus propios negocios y los de sus amigos que del bien común de todos los chilenos y del desarrollo real del país.
Por ejemplo en conversaciones sostenidas con jóvenes que nacieron durante la segunda mitad de la dictadura militar y los que han nacido bajo la democracia del régimen militar, suelen decir que ellos solo han conocido una “caricatura democrática” y que esto no es lo que ellos esperaban o esperan del país. Estos mismos jóvenes, suelen decir que la democracia de Pinochet y el cogobierno entre Concertación y Alianza por Chile, se encuentran profundamente desprestigiado.
Ahora en el caso de la casta política que cogobierna el país, los jóvenes al igual como lo señalan diversos sondeos y encuestas, manifiestan que ésta se encuentra en una creciente espiral de corrupción, que hace uso y abuso del tráfico de influencias para beneficiar a su entorno más cercano, ya sean familiares o amigos, o para pagar favores políticos o electorales.
De allí que el desalojo de la Concertación de un presunto nuevo y quinto gobierno, estará más determinado por las falencias de sus propias políticas con respecto a lo que esperaba el pueblo chileno de ellos, que por la capacidad del pinochetismo para derrotarla en el plano electoral. En este sentido es la propia Concertación la que le esta pavimentando el camino al pinochetismo, encabezado por Renovación Nacional y la Unión Demócrata Independiente (Alianza por Chile).
Como suelen decir muchos en Chile, la Concertación es un conglomerado político que se encuentra desgastado, erosionado, en permanente confrontación interna, en donde primas las ambiciones personales o grupales, sin un proyecto estratégico de sociedad. La Concertación como coalición política parece encaminarse a su fragmentación definitiva que los pone en peligro de su propia extinción.
El Partido Socialista que ya nada tiene de socialista y la Democracia Cristiana que tampoco tiene nada de cristiana, pueden correr la misma suerte de sus pares europeos que se encuentran sumidos en un cierto caos político y la perdida gradual del apoyo electoral.
La inexistente voluntad política para terminar con la Constitución de la dictadura y su sistema electoral antidemocrático, la exclusión del alrededor del 15% del electorado de sus derecho a tener representantes en el parlamento, son otros de los elementos que terminarán por pasarle factura a la coalición socialdemócrata neoliberal.
La Concertación no solo tiene una deuda histórica que saldar con los profesores del país, también los tiene con la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales, los tiene con su ambigua política de defensa de los derechos humanos y la búsqueda permanente de la impunidad, para beneficio de los responsables de las violaciones sistemáticas a los DD.HH. cometidas bajo el régimen militar. La Concertación tiene una deuda con los pueblos originarios del país y el respeto a sus demandas ancestrales, en especial con el pueblo mapuche.
Por ello no es raro, que el candidato presidencial de la Concertación, el ex presidente, senador y empresario encubierto Eduardo Frei (DC) tenga que enfrentar un diagnostico duro de lo que ha sido hasta ahora su campaña presidencial. Lo cierto es que el candidato de la Concertación, se derrumba y registra una tendencia al retroceso en la intención de voto y no logra encantar ni prender ante el electorado, lo único que se observan es un deterioro generalizado de la campaña presidencial del candidato concertacionista.
Las políticas de la Concertación y el gobierno de Bachelet, solo le quitan votos al candidato oficialista, por ejemplo el conflicto suscitado con los profesores y su deuda histórica le resta un apoyo subjetivo de presuntos 80 mil votos, que sumado junto a sus familias alcanzan alrededor de 320 mil sufragios menos para el candidato oficialista y sus candidatos a parlamentarios.
De allí que el presunto desalojo del gobierno de la Concertación, será el resultado de las propias falencias políticas del conglomerado. Que en lo económico hayan optado por la enajenación de las empresas y servicios públicos, por la aplicación del ultra neoliberalismo, para favorecer a la oligarquía nacional y las multinacionales, es algo que tiene su costo. Mientras que la gran mayoría de los chilenos, luego de tanto “éxito y crecimiento económico”, aún no logran obtener ingresos éticos o dignos para el mejoramiento de sus condiciones de vida.
El descontento y la decepción de la ciudadanía y los electores con la Concertación, esta concitando una fuga de apoyo y votos hacia el candidato de la izquierda Jorge Arrate del Juntos Podemos Más-Frente Amplio y el candidato independiente que se autodenomina “progresista liberal?”, Marco Enríquez-Ominami.
Ni la popularidad de la presidenta Bachelet, ni la incorporación de su madre, Ángela Jeria, al comando de la campaña presidencial de Frei, salvaran a la Concertación del descalabro en que se encuentra sumida, pues Frei es un candidato que genera anticuerpos ante el electorado, más que un apoyo concreto y efectivo. De acuerdo a lo que indican los diversos sondeos y encuestas, tampoco a estas alturas esta claro si Frei pasara a segunda vuelta, pues el descontento con la Concertación y en especial con sus parlamentarios y líderes políticos es muy grande, de allí que el desalojo puede ser algo más que efectivo.
Se insinúa que Frei es el heredero político de Bachelet, sin embargo la gente percibe que el ex presidente, cuando tuvo la oportunidad de haber dirigido los destinos del país, ejerció una pésima gestión, algo gris, al margen de los problemas reales de los chilenos, que nadie recuerda como beneficiosa, de allí que se encuentra muy mal evaluado por el electorado y las intenciones de votos.
La presunta derrota de Frei en las urnas y la entrega del gobierno “en bandeja” al pinochetismo significara la autodestrucción de la Concertación, pues el mea culpa y la confrontación interna será cada vez mayor, dando paso así a la aparición de nuevos actores y alianzas políticas que marcaran un nuevo rumbo de la política nacional.
Lo expuesto indica finalmente de que en Chile se esta conformando un nuevo cuadro político y electoral, de imprevisibles consecuencias para el país. Pues al margen de la manipulación y distorsión que se hacen de los sondeos y encuestas a favor del pinochetismo, representado por Sebastián Piñera y su estridente demagogia y ofertones, éste aún no las tiene todas consigo, y no logra sobrepasar más del 40% de la intención de voto en las encuestas fabricadas en su propio beneficio.
Solo una caída gradual y mayor en las intenciones de voto, del candidato presidencial de la Concertación podrían hacer una realidad el desalojo.
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