En nuestro país a los amigos de lo ajeno la gente comúnmente les dice que son “más ladrones que gato de campo”. Sirva esa sentencia como una simple introducción para definir lo que estamos viviendo en la actualidad. Hay que recalcar que no necesariamente estamos hablando de la gente común, como usted o como yo, si no de aquellos que ostentan el poder, es decir autoridades y personas con capacidad de decisión.
Se habla que toda Latinoamérica es un lugar donde desde hace mucho se está practicando la “cleptocracia”, es decir un estado donde todo se hace en pos de robar y del enriquecimiento ilícito, donde la corrupción va acompañada de redes de impunidad que traspasa nuestro poder de asombro. ¿Y cómo andamos por casa?
Creo decididamente que hemos avanzado un montón en este tema… con el paso del tiempo hemos asimilado los conocimientos de nuestros vecinos y vamos paso a paso y a veces en forma muy dinámica corrompiéndonos. Hay una casta de personas y de gente que sólo ve en el enriquecimiento ilícito su motivo de vida.
En estos momentos no se ve una estrategia para terminar con este flagelo, sino muy por el contrario. Muchos quieren acceder al poder para estar en ese pequeño círculo donde se toman las decisiones y donde se pueden programar las granjerías a recaudar.
En este mundo material no se puede, ni se debe hablar de los absolutos. Sabemos con certeza que no todo es malo o no todos están podridos o sucios, por eso se deben aunar esfuerzos por rescatar a aquellos que siguen tras los verdaderos valores de la vida. Son pocos, pero quedan varios por allí… resaltan por el resto, es cosa de observar no sólo de ver… observar es la clave.
Chile por ende se ha inundado de mucho discurso inconsecuente de defensores de la limpieza y de la anticorrupción, de aquellos que se valen de los medios de comunicación social para expresar “lo bueno que son” y de la “suerte de algunos” por haberlos elegidos en sus cargos. Su tema es la probidad, aunque eso no pasa de ser palabras que se las llevan el viento y hoy se aprestan nuevamente a pedirnos su voto. ¿Se lo daremos de nuevo?
Y no contentos con eso usan el poder que tienen para darles trabajo a familiares, amigos, socios e incondicionales para crear redes y mantenerse en el poder.
Sabemos que esto no podrá ser corregido hasta que la gente les de vuelta la espalda y no los siga apoyando… un voto de castigo es lo que necesitan, lo de sus innumerables crímenes, eso se lo dejamos a la justicia divina, porque en esta tierra material parece que ya libraron… aunque nos quedamos con el adagio y la sabiduría popular “el que la hace la paga”.
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