Con todo el atractivo de una mujer militante y mordaz, Pamela reflexiona sobre el “vacío histórico” de la izquierda chilena: no saber lidiar con los medios de comunicación. Entremedio se encarga de los rostros de la TV, los presidenciables y anuncia la única candidatura a La Moneda “sin plata, sin pacto y sin destino”: la suya.
Poco se sabía de Pamela Jiles desde que se “autodespidió” de Chilevisión, en protesta por la desvinculación de SQP de Alejandra Valle y José Miguel Villouta y tras la polémica que la enfrentó a Raquel Argandoña, por asegurar que en la dictadura la animadora del reality 1810 “le prestaba el sapo a los milicos”.
Y vaya que tenía (como siempre) ganas de hablar. Sobre todo si delante tiene la tarea de opinar sobre dos de sus pasiones en la vida: la izquierda y los medios de comunicación.
-En una entrevista decías: “(en la izquierda) mientras no tengamos poder mediático, simplemente no pesamos en la realidad”…
- Mira, los pelados, guatones, lateros, están hechos del mismo material fascista en la izquierda y en la derecha. Las élites de la izquierda funcionan como cualquier otro estrato dominante: en la práctica concreta les interesa poquito democratizar su pequeño poder.
-¿Crees que existe conciencia de esa carencia en la izquierda?
- Estimo -y me consta porque yo personalmente se los he hecho ver- que los dirigentes políticos de los partidos de izquierda tienen plena conciencia de que si no nos tomamos los espacios que sea posible en los medios -específicamente en la televisión abierta- la izquierda está condenada a la marginalidad más absoluta, sin ninguna influencia real en el mundo popular ni en la clase trabajadora chilena. Lo peor es que no es la ignorancia lo que los resta de esa urgente tarea, sino simplemente que no quieren hacerlo.
-¿Qué tan relevante es esa conquista?
- El verdadero “vacío histórico” en la izquierda chilena no es la política militar sino la política de medios, en particular lo que se refiere a la televisión. A fin de cuentas, siempre tuvimos política militar… rasca, elemental, dubitativa pero así y todo incluso eficiente en algún momento. En cambio, en materia de “mass media” los compañeros están escribiendo geroglíficos en las cuevas de Altamira.
-¿Y por qué crees que pasa esto?
- Como desgraciadamente Marx no alcanzó a conocer la tecnología catódica, nuestros dirigentes asumen con literalidad mecánica que ese instrumento -y otros como internet- son prácticamente herramientas burguesas, diabólicas, alienantes. Pero se pasan por el trasero el hecho documentado de que Lenin, Gramsci, Althusser, Levy Strauss, Foucault y prácticamente todos los pensadores marxistas del siglo pasado opinaron sobre los medios y muchos de ellos advirtieron que sin televisión no hay revolución. Además, la práctica lo prueba, pero nuestros dirigentes, además de feos, son bastante ignorantes y todavía ocupan mimeógrafo, así que el día de la callampa van a convertirse en vanguardia. En ese tema deberemos prescindir de ellos para avanzar.
SUCCIONADORES DE TULA EN LA TV
-La izquierda se queja de la concentración de los medios, pero los que tiene son bien fomes y panfleteros. ¿No crees que en parte la izquierda regaló ese espacio?
- Yo hice periodismo de trinchera cuando eso estaba a la orden del día. Hoy es necesario enriquecer el repertorio. No combates el neoliberalismo con pistolitas de agua. Así que espero que esto que constatas en tu pregunta no sea un fenómeno definitivo.
-Da la impresión de que la izquierda rechaza la comunicación de masas por ser “alienante”…
- Las elites de la izquierda representan hoy el ala más conservadora y obtusa del pensamiento progresista, lo que ha sido muy dañino. Interesadamente, han adoctrinado al activo militante con la monserga: “medios de masas = frivolidad = opio del pueblo”, simplemente porque a ellos no quieren entender el tema de los medios. Semiología es una palabra que ni Tellier ni Arrate ni Hirsch ni Navarro tienen integrada a su cultura. De ese modo, los compañeros dirigentes han desechando cualquier intento de “toma del poder” que es lo que corresponde hacer en los espacios mediales ahora mismo.
-Y la televisión, ¿es un espacio a disputar por la izquierda?
- A mi juicio, la televisión es el más crucial espacio político en disputa. El discurso progresista puede abrirse paso perfectamente en territorio enemigo. De eso se trata la guerra justamente. Pero claro, primero hay que tener un discurso, uno que sintonice con el mundo popular, cosa que aún no ocurre en el planeta en que viven nuestros dirigentes de izquierda.
-En todos estos años, ¿nada de eso se ha hecho en televisión?
- Un ejemplo egótico: la vieja retamboriada que yo puse en pantalla durante tres años en SQP, sintonizó con las audiencias masivas y logró estar en televisión durante todo ese tiempo, a pesar de que era absolutamente disruptiva, representaba todo lo que el establishment no quiere: otra forma de ser mujer, otra manera de ver el mundo, un modo subversivo de apoderarse de las cámaras, la insolencia, la transgresión. Y la gente adora a esa Pamela Jiles de la pluma y la corbata, con todo lo pesada y extraña que es. ¿Por qué? Porque ese personaje les hace sentido, los convoca, comprenden perfectamente sus claves, sus códigos, los representa y los lleva a todos a la pantalla.
-En la programación de hoy, ¿ves algún personaje que represente valores distintos?
- Desgraciadamente, lo que nuestros dirigentes no logran entender la derecha lo tiene clarito. Ellos llevan décadas imponiendo modelos humanos que son básicamente succionadores de la tula del poder. Eso es lo que presentan como deseable en pantalla camiroagas, tonkas, paulsenes, amaros y consuelos.
“Sin embargo hay algunos fenómenos que se abren paso, a pesar del conservadurismo. Por ejemplo, los pingüinos y las mal llamadas tribus urbanas. Esas expresiones de rebeldía irrumpen en la televisión, pero como la izquierda no tiene discurso, no es capaz de conducir eso, de amplificar esas muestras de descontento, como la izquierda ni siquiera existe para los efectos de la comunicación de masas, entonces esos fenómenos son absorbidos rápidamente por el poder establecido.”
PAMELA PRESIDENTA
-De las cartas presidenciales que hoy maneja la izquierda, ¿con cuál te quedas?
- Patéticos. Ni qué decir de Marquito Ominami de Doggenweiller. Me parece que a los chistes hay que responderlos con otro chiste mejor, mucho más creativo e hilarante. Así que estoy dándole vueltas a la peregrina idea de presentar mi candidatura a la presidencia de la república. Una campaña sin plata, sin padrinos, sin enclaves trasnacionales, sin revisionismos trasnochados, sin senaturías bajo la manga… y sin destino. Suena bonito. Causaría sensación.
-Asumiendo que el candidato saldrá de Arrate, Navaro, Hirsch y Teillier, ¿qué consejos de campaña les darías?
- Que se vayan los tres a tejer a Caracas. Arrate puede ir a bordar a Chantilly, para que haga recuerdos. Que desde allá escriban sus biografías autorizadas en que cuenten todo el heroísmo que han desplegado, las pasiones eróticas que han desatado en las catacumbas o en París. Pero que nos hagan un favor a todos y olviden ese cupo parlamentario que buscan. Que no sigan marcando el paso y se sumen a la tarea de encontrar un(a) candidato(a) de verdad. Yo estoy disponible.
No hay candidata mujer en la izquierda –bueno, hasta antes de esta entrevista- y al parecer, después de la Gladys, tampoco un liderazgo femenino visible: ¿en las filas de la izquierda hay más machismo que en las filas de la Concertación?
- Yo creo que hay liderazgos femeninos visibles pero que no las dejan asomar ni el moño, las tienen relegadas a la tarea logística, salvo cuando esas compañeras se masculinizan y ponen la misma cara de orto que predomina entre nuestros dirigentes. ¿Te has dado cuenta de que todos los líderes de la izquierda tienen cara de culo? Es como un requisito: ser feo, mal hecho, mal vestido, punga, fome, latero y hombre. A esto ayuda que Bachelet dejó la cagada, entonces es como la chiva perfecta para tenernos a todas castigadas. Así se disminuye la competencia a la mitad.
BELLAS DIRIGENTAS
-¿Crees que las luchas de género y opción sexual son tan importantes como las de clase?
- Las minorías, en general, han hecho un aprendizaje orgánico interesantísimo a partir de su propia exclusión social milenaria. Pasa lo mismo con los mapuches o los aimaras. Son mucho más capaces de escucharse, de ser solidarios y sensibles al sufrimiento de sus hermanos. No tienen esa tendencia a la burocratización que se ha vuelto común en las élite de los partidos de izquierda. Las minorías étnicas y sexuales casi siempre constituyen organizaciones más vivas y encarnadas, llenas de defectos, pero en ebullición real.
¿Qué opinión tienes de la lucha por los derechos sexuales de las lesbianas?
- Las lesbianas en particular son la raja, tienen un trabajo de base que avanza a paso seguro, y también elaboran pensamiento con un alto estándar de creatividad. Hablan para la gente real, la que circula por la calle. Esa es una experiencia muy valiosa para el conjunto del movimiento popular. Ellas alimentan la subversión con su apertura de mate. Son entretenidas, divertidas e intelectualmente valiosas.
¿Cómo crees que ha tratado la Concertación el problema de la discriminación hacia la mujer?
- Bueno, me parece evidente que lo han hecho como las güevas, imposible peor desde el punto de vista de un revolucionario. Pero desde la perspectiva de ellos –los del otro lado- lo han hecho espléndido, porque no hay que olvidar ni por un minuto que la Concertación es un conglomerado político de centro-derecha, cuyo objetivo es perpetuar en el poder -con herramientas civilizadas- a los sectores más retardatarios: el empresariado y la clase dominante. Entonces, muy consecuentes con su ideario, ellos producen una confusión entre ser mujer y tener vagina, que en realidad no es lo mismo.
¿Cuál es la diferencia?
- Michelle Bachelet, por ejemplo, supongo que tiene vagina (según los antecedentes públicos), pero desde el punto de vista político no es mujer. Ella se identifica, representa y encarna al poder establecido, que es blanco, oligárquico, católico y masculino. En contraposición a La Revolución, que es mujer, es decir: mestiza, proletaria, pagana y femenina. El tema de género es clave en los días que corren, por eso creo que nuestros dirigentes más visibles deben ser mujeres sin cara de orto, bellísimas y estupendas. Hay miles, pero no están en las sedes de los partidos ni en las reuniones de comité central.
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