Se está transformando en una costumbre maligna que cada vez que se realiza un gran evento en
¿Por qué la segunda? ¿Acaso no se acuerdan ustedes que para el final del Sudamericano de Atletismo también se terminó con escándalo? En aquella ocasión, los tragos de más y de menos provocaron que se soltaran los calzones a algunas atletas y un par de fotógrafos de la prensa acreditada subieron esas imágenes al Facebook, provocando con eso un verdadero río de tinta en los diversos medios informativos nacionales. Y poniendo a la ciudad en el primer plano de la noticia, pero negativa y de baja farándula.
Cierto en aquella ocasión los atletas se fueron al chancho al realizar una especie de show erótico muy reñido con el buen actuar de personas de buenas costumbres y moral. Muchos dijeron que el licor era el culpable, licor que
Ahora bien, los desmanes y desórdenes que se suscitaron la noche de clausura del Festival de Iquique la noche del domingo – lunes obedecen a estos mismos cánones. Se trae a un artista puertorriqueño que hace música – si al raggeatón podríamos llamar música, prefiero llamarlo ruido – que es gusto del espectro más bajo de nuestra sociedad, ya que ensalza a la clase más humilde, donde abundan delincuentes, prostitutas y donde prima lo fácil en las letras: el sexo, es decir lo más vendible, se supone entonces que se trata de un espectáculo de alto riesgo, porque llega lo peor de nuestra sociedad, es decir delincuentes y cuasi – delincuentes.
Más allá de toda lógica nuevamente estamos en toda la prensa nacional, pero no somos destacados por un espectáculo de primer nivel, sino por la delincuencia y la anarquía.
Si seguimos así, mejor que no hagamos espectáculos, porque ya sabemos como terminan en las páginas rojas de los diarios de circulación nacional. Iquique ¿Tierra de Campeones? ¡No! de delincuentes.
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